
A lo largo de los siglos, las comunidades amaziges del norte de África han desarrollado diferentes sistemas para captar y distribuir el agua de manera eficiente, lo que ha permitido el surgimiento de asentamientos estables y de una agricultura irrigada incluso en regiones áridas y semiáridas, favoreciendo así la formación de oasis.
Una de las técnicas de gestión de agua más extendidas es la saqiya (en árabe) o targa (en amazige): un canal de irrigación que la transporta desde manantiales o wadis (ríos estacionales) hasta las parcelas agrícolas. Su uso se regula mediante normas consuetudinarias que organizan los turnos de riego de forma equitativa.
Otro sistema destacado es el de las galerías drenantes subterráneas, llamadas jettaras en Marruecos, foggaras en Argelia y qanats en Oriente, donde tiene su origen esta técnica. Estas estructuras, que funcionan de manera similar a un acueducto invertido, permiten conducir agua desde acuíferos lejanos hasta la superficie, desde donde se distribuye mediante saqiyas hacia las zonas de cultivo y las poblaciones. Es un método especialmente útil en regiones áridas, ya que permite transportar el agua a varios kilómetros de distancia y minimiza las pérdidas por evaporación al tratarse de una canalización subterránea. No obstante, su construcción y mantenimiento requieren conocimientos técnicos especializados y un alto grado de colaboración comunitaria.
Estas formas tradicionales de gestión del agua continúan utilizándose hoy en día, lo que pone de relieve el valor del conocimiento transmitido entre generaciones, y el profundo vínculo que las comunidades amaziges mantienen con los recursos hídricos de su entorno.
Alba San Juan Pérez
IEMYRhd—Universidad de Salamanca